LA
SUPERVISIÓN ESCOLAR CONTEMPORÁNEA.
Salvador
Islahuaca Gómez
Maestro-investigador egresado de la Maestría
en Educación Básica (UNIDAD 321, UPN-ZACATECAS).
“El
mejor maestro es aquel que trata de realizar en si
mismo
lo que trata de realizar en los demás” (Demóstenes).
La escuela
pública mexicana es una organización social de carácter cultural, donde se trabaja para
que los estudiantes
desarrollen todo su potencial humano, construyan y movilicen saberes; es un
lugar donde sus integrantes participan de un modo especial en las interacciones
y en las relaciones que se establecen en su interior, ya que está conformada
por personas que desempeñan roles diversos.
Como institución plenamente reconocida enfrenta múltiples retos en un
mundo que está experimentando cambios constantes, cambios que se presentan día
a día en la ciencia, en la tecnología y en general en todos los campos del
saber humano, la sociedad del conocimiento avanza hacia nuevos paradigmas que
exigen la mejora constante en todos los aspectos, y conduce a sus miembros
hacia exigencias de competitividad y productividad.
Nuestra sociedad ha depositado en la educación
que se imparte en las
escuelas la esperanza de formar integralmente a los ciudadanos del futuro, se
trata de que estas instituciones los eduquen para la vida frente a las demandas
de la modernidad y la globalización, por tal motivo, el Sistema Educativo
Mexicano ha iniciado una serie de reformas y
transformaciones en educación básica, derivadas de la concientización del agotamiento de un modelo tradicional
que no ha conciliado el crecimiento cuantitativo con niveles satisfactorios de
calidad, eficiencia, eficacia y equidad, ni de satisfacción de las nuevas
exigencias sociales; el funcionamiento óptimo del Sistema Educativo se
convierte en una de las principales prioridades del país para garantizar la
preparación de las nuevas generaciones que puedan adaptarse y sobrevivir en las
sociedades complejas del mañana.
Las escuelas eficaces y su gestión educativa.
Con la
preocupación de mejorar la eficacia, la eficiencia, la equidad, la pertinencia,
la relevancia y en general la calidad de la acción educativa nacional nos hemos
embarcado en la búsqueda constante de formas distintas de hacer cosas
diferentes para obtener resultados distintos. Este movimiento nos ha orillado o
nos ha encaminado hacia la transformación de los procesos educativos, que por
supuesto, se pretende que los alumnos reciban una educación de calidad con
equidad para todos, la profesionalización y actualización de los docentes, y a
consolidar a las escuelas como instituciones sólidas y eficaces. Al respecto Murillo (2005) afirma que:
una
escuela eficaz es aquella que
promueve de forma duradera el desarrollo global de todos y cada uno de sus
alumnos más allá de lo que sería esperable teniendo en cuenta sus condiciones
previas, al mismo tiempo que fomenta el desarrollo de la comunidad educativa
(p. 17).
Así las escuelas eficaces son las que
ofrecen trato equitativo a cada uno de sus integrantes, se caracterizan por
constantemente estar perfeccionando su organización, practican un liderazgo
profesional, tienen una visión y objetivo compartido, crean ambientes propicios
para la enseñanza y el aprendizaje, sus expectativas son elevadas, establecen
claramente los derechos y responsabilidades de sus actores, buscan la
colaboración hogar escuela y están constantemente revisando el currículo para
garantizar el desarrollo del pensamiento crítico de todos sus alumnos, siempre
vinculan su visión a la planificación y elaboran estrategias para la mejora
continua.
Pero, ¿cómo lograr esa tal
efectividad escolar? La respuesta se encuentra en organizar y sistematizar, en
prever y satisfacer, en planear y ordenar, en actualizar y profesionalizar, en
crear y construir, en regular y evaluar, en proyectar y programar un Sistema
Educativo Nacional capaz de cumplir con los requerimientos que la sociedad le
ha asignado.
Se trata
de superar el paradigma administrativo burocrático existente, caracterizado por ser un modelo de gestión que se ensambló bien a la
cultura normativa y verticalista del sistema educativo tradicional, el fenómeno
de adopción ha sido tan perfecto que aun en nuestros tiempos se siguen
practicando las peculiaridades mencionadas por Elizondo (2001), por ejemplo,
las instituciones educativas se rigen por normas y reglas escritas, la
comunicación es formal y por escrito. Cada trabajador sea docente, conserje,
director, supervisor, etc., realiza funciones, tareas y responsabilidades
específicas, cada cargo inferior está bajo el control y la supervisión de uno
superior: Alumno-docente-director-supervisor-jefe de sector-jefe de región.
El desempeño y la disciplina de
cada cargo están sujetos a manuales o reglamentos que contienen un conjunto de
reglas y normas que se han de cumplir al pie de la letra, para dictaminar
puestos laborales se emplea la acumulación de méritos en un sistema de
escalafón, dentro de la zona escolar nadie puede vender y ni comprar un cargo.
Cada profesional recibe un salario de acuerdo al cargo que ocupa, además poco a
poco se vuelve especialista del trabajo que está desempeñando.
Para bien o para mal el modelo
burocrático ya no tiene cabida en el ámbito educativo, Casassus (2001) escribe
al respecto que debemos pasar de una situación rígida, determinada y estable, a
situaciones cada vez más flexibles, cambiantes e indeterminadas, las cuales
demandan acciones de ajustes constantes de innovación, que viajemos de una
perspectiva de tipo técnico-racionalista-lineal a un plano emotivo no lineal,
holístico, pues las exigencias de este mundo cambiante nos orillan a ello.
Entonces se hace necesario en “los niveles central, intermedio y local”
(Pozner, 2002, pp. 35-36), gestionar lo educativo desde un paradigma que
contraste lo abstracto con lo concreto, lo determinado con lo indeterminado, lo
seguro con lo incierto, lo rígido con lo flexible, arriba con abajo, lo
homogéneo con lo diverso, lo unidimensional con lo multidimensional, lo
disciplinario con lo multidisciplinario y lo objetivo con lo subjetivo, que nos
conduzca hacia un nuevo modelo emergente de gestión educativa, el cual otorgue
a cada escuela y a sus directivos el poder de resolver su propia problemática
en un ambiente de participación democrática de todos los agentes y de los
organismos de apoyo (Asociación de Padres de Familia, Consejo Escolar de
Participación Social entre otros.); además permita que esta unidad educativa
(escuela) transite hacia la autonomía para tener la libertad de elegir las
formas más adecuadas de lograr los propósitos y objetivos de la educación.
Así mismo y para aspirar al
mejoramiento de la calidad educativa se hace necesario la práctica de un
liderazgo académico que influya en la toma de decisiones contextuales, pero
también este modelo deberá considerar que es necesario reorganizar la escuela
en la distribución de actividades, en las formas de participación, en el ejercicio
de la autoridad, en las relaciones interpersonales y en otro aspectos que nos
lleven a una nueva organización escolar; de la misma manera la planeación y
evaluación escolar deben ser tomadas en cuenta como procesos mediante los
cuales se concreten las opciones de cambio y mejoramiento de la vida escolar.
Así
pues, se debe ir de ese modelo o tipo de administración tradicionalista,
autoritaria, lapidante, rutinaria, rígida e imperativa, hacia una nueva gestión
más participativa, más democrática, más colaborativa, de consenso y de
inclusión. Para ello se requiere implementar
modelos de gestión acordes a la realidad educativa del siglo XXI, pero ¿qué se entiende por gestión?,
La gestión es el conjunto de acciones integradas para el logro de un objetivo
a cierto plazo; como la acción principal de la administración (es parte de la
administración y no es un sinónimo) y como un eslabón intermedio entre la
planificación y los objetivos concretos que se pretenden alcanzar; Antúnez (2004) dice que:
“Gestión es el conjunto de acciones orientadas
hacia la consecución de ciertos objetivos que se desarrollan en las diversas
áreas de actividad de la organización y en cuyo diseño y evaluación participan,
en alguna medida, las personas encargadas de llevarlas a cabo” (p. 169).
Enfocando el concepto al
terreno educativo, el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
(IIPE) de la UNESCO conceptualiza la gestión educativa es un conjunto de
procesos teórico-prácticos integrados y relacionados, tanto horizontal como
verticalmente, dentro del sistema educativo para atender y cumplir las demandas
sociales realizadas en la educación.
Así, se entiende como gestión
educativa, las acciones desplegadas por los gestores que dirigen amplios
espacios organizacionales de un todo que integra conocimiento y acción, ética y
eficacia, política y administración de procesos que tienden al mejoramiento
continuo de prácticas educativas, a la exploración de todas las posibilidades y
a la innovación permanente como proceso sistemático.
Para efectos analíticos a la
gestión se le ha dividido en tres categorías de
acuerdo con el ámbito de su quehacer y niveles de concreción en sistema:
Gestión
institucional. Se enfoca en la manera en que
cada organización traduce lo establecido en las políticas y se refiere a los
subsistemas y a la forma en que se agregan al contexto general sus
particularidades, en el campo educativo, establece líneas de acción de cada una
de las instancias de administración educativa. Desde esta categoría, ha de
comprenderse que la orientación, la generación de proyectos, programas y su
articulación efectiva, no se agota en la dimensión nacional pues resulta
impostergable una visión panorámica del hecho educativo, de las interrelaciones
entre todos los actores, en todos los planos del sistema mismo.
En general, la gestión de las
instituciones educativas comprende acciones de orden administrativo, gerencial,
de política de personal, económico-presupuestales, de planificación, de
programación, de regulación y de orientación, entre otras. En este orden de
ideas, la gestión institucional es un proceso que ayuda a una buena conducción
de los proyectos y del conjunto de acciones relacionadas entre sí, que
emprenden las administraciones para promover y posibilitar la consecución de la
intencionalidad pedagógica en, con y para la acción educativa. Asimismo, este
tipo de gestión debe movilizar a todos los elementos de la estructura
educativa; por lo que es necesario coordinar esfuerzos y convertir decisiones
en acciones cooperativas que permitan el logro de objetivos compartidos, los
cuales han de ser previamente concertados en un esquema de colaboración y
alianzas intra e interinstitucionales efectivas.
Gestión
escolar. Según Loera Varela (2004) se
entiende por gestión escolar, el conjunto de labores realizadas por los actores
de la comunidad educativa (director, maestros, personal de apoyo, padres de
familia y alumnos), vinculadas con la tarea fundamental que le ha sido asignada
a la escuela: generar las condiciones, ambientes y procesos necesarios para que
los estudiantes aprendan conforme a los fines, objetivos y propósitos de la
educación básica.
Al respecto agrega Tapia (2003) que es
necesario convertir a la escuela en una organización centrada en lo pedagógico,
abierta al aprendizaje y a la innovación, que abandone certidumbres y propicie
acciones para atender lo complejo, lo específico y lo diverso; que sustituya
las prácticas que no le permiten crecer, que busque el asesoramiento y la
orientación profesionalizantes, que dedique esfuerzos colectivos en actividades
enriquecedoras, que concentre la energía de toda comunidad educativa en un plan
integral hacia su transformación sistémica, con una visión integral y factible.
Gestión
pedagógica. Es en este nivel donde se
concreta la gestión educativa en su conjunto, y está relacionado con las formas
en que el docente realiza los procesos de enseñanza, cómo asume el currículo y
lo traduce en una planeación didáctica, y cómo lo evalúa y, además, la manera
de relacionarse con sus alumnos y los padres de familia para garantizar el aprendizaje de los primeros. Para
Batista (2001) la gestión pedagógica es el quehacer coordinado de acciones y
recursos para potenciar el proceso pedagógico y didáctico que realizan los
profesores en colectivo, para direccionar su práctica al cumplimiento de los
propósitos educativos, entonces la práctica docente se convierte en una gestión
para el aprendizaje.
Hacia un nuevo modelo de gestión educativa supervisora.
Lo interesante radica en el
cómo implementar un nuevo modelo de gestión educativa que involucre las tres
categorías de gestión descritas en párrafos anteriores, que contemple en su
campo de acción la dimensión organizativa, la pedagógica-curricular, la
administrativa, la de participación social y la política educativa; que motive
a todos los actores (incluyendo al supervisor de educación primaria) a
participar y colaborar codo a codo, en común acuerdo, en constante comunicación
y como una comunidad educativa, además que considere a la democracia como
enfoque disciplinario y que esté sujeta a principios tales como la innovación
para la transformación y transformación para el mejoramiento de la calidad
educativa.
De todos es conocido que la
realidad educativa actual nos presenta serios retos, uno de ellos es la puesta
en marcha de la Reforma Integral de Educación Básica (2009), la aplicación de
su contenido ha removido nuestras estructuras mentales y nos ha llevado a
gestionar de otra manera el quehacer educativo. En el ámbito
pedagógico-curricular el docente tiene que gestionar como mediador entre los
conocimientos y los alumnos empleando renovados materiales, pues debe
desarrollar en sus educandos capacidades y competencias para la vida.
Los directivos, el supervisor
escolar y el asesor técnico pedagógico tratan de entender y comprender el
enfoque del contenido de la reforma curricular, se esfuerzan por conocer los
nuevos materiales, así como las orientaciones técnico-metodológicas de
enseñanza-aprendizaje, y las formas de
evaluación, todo para poder asesorar al
docente. Por lo visto, ya ninguno de los actores educativos debemos permanecer
aislados, o querer proceder de manera individualista y autoritaria, debemos
enfocarnos hacia innovadoras formas de proceder o de gestionar en nuestro
trabajo profesional, aspirando a realizar prácticas más auténticas,
impactantes, reflexivas y sobre todo más colaborativas.
Si consideramos que la responsabilidad
para mejorar la educación mexicana es tarea fundamental de todos los
involucrados en el sistema, entonces el supervisor escolar debe asumir el rol
que le corresponde, ya que su función es muy importante por su cercanía a la
escuela. Coincidimos con García Cabrero (2008) cuando dice que la supervisión
debe contribuir a lograr mejores procesos y resultados, y para ello es
imprescindible buscar otras alternativas de gestión institucional supervisora
que sean incluyentes y participativas para considerar o tomar en cuenta las
opiniones y aportaciones, por diferentes que sean, de todo el equipo colegiado;
que utilicen el diálogo informado como mecanismo de comunicación, de
intercambio crítico y propositivo entre pares, que faciliten la interacción
entre los miembros de la comunidad educativa de manera horizontal, además que
implementen el trabajo colegiado y colaborativo entre los diferentes agentes o
actores educativos.
Así también y para incrementar la
coordinación entre directores y maestros se hace necesario asumir un liderazgo
compartido que permita ir acabando con la imagen tradicional de autoridad y
ayude en la toma de decisiones para conducir de manera colectiva la
organización (zona escolar); este nuevo tipo de gestión deberá fomentar la
participación social en la tarea educativa ya que es innegable la contribución
positiva de los padres de familia en los asuntos relacionados con el
aprendizaje de sus hijos, de la misma manera que incluyan el enfoque
democrático donde la corresponsabilidad, la colaboración y el consenso sean los
elementos principales; así mismo se busca crear un modelo que sea flexivo y
reflexivo sobre la propia marcha.
En este sentido, Segovia (2006) afirma
que se necesita pensar en una supervisión que asesore, oriente y acompañe a las
escuelas de su zona escolar, para que asegure el aprendizaje de todos los
estudiantes, que favorezca la participación activa y el involucramiento responsable
de todos los actores y que incremente canales de comunicación sustentados en la
confianza, en el respeto y en la tolerancia, donde el intercambio profesional
abra oportunidades de mejora y cambio educativo. Para ello se requiere un
replanteamiento de la gestión supervisora, en la cual se valoren los asuntos
pedagógicos en la misma medida en que los administrativos, situación en la que
es necesario establecer un equilibrio, con objeto de facilitar los procesos de
llámese calidad educativa, cambio, innovación,
mejora o transformación escolar.
Sabemos que es un trabajo muy complicado
y complejo por las diferentes dimensiones que se deben atender, y sobre todo
por la excesiva carga burocrática-administrativa existente; pero pese a ello,
en este nuevo modelo de gestión institucional se necesita que la supervisión
escolar asuma el nuevo rol de asesoría y acompañamiento a las escuelas de su zona,
se requiere que el supervisor en calidad de asesor inicie “un proceso de ayuda
basado en la interacción profesional y orientado a la resolución de problemas
educativos asociados a la gestión y organización escolar, así como a la
enseñanza y a las prácticas de los directivos y docentes” (SEP-PRONAP, 2005, p.
25).
Entre los propósitos más sobresalientes
de esta nueva función asesora podemos
mencionar los siguientes: impulsar la mejora continua del desarrollo educativo
que afecta el proceso enseñanza-aprendizaje, apoyar los procesos formativos
necesarios para el desarrollo profesional del personal docente y directivo,
proponer acciones para que dicho personal se apropie de los planes y programas
de estudio, del enfoque intelectual y de enseñanza de cada asignatura; de igual
forma de los enfoque teóricos y metodológicos (aquí es donde el contenido de mi
proyecto de intervención tiene cabida), la comprensión del contexto social
donde se ubica la escuela y el respeto por la filiación cultural de los
maestros, alumnos y comunidades, apoyar el diseño de estrategias para resolver
diferentes problemas educativos, orientar el trabajo colegiado para la
evaluación de la situación educativa del plantel, de la mejora de la gestión
escolar, del intercambio de experiencias educativas y del uso óptimo de los
recursos tecnológicos, materiales y financieros (SEP-PRONAP, 2005. pp. 26-27).
Este asesoramiento incluido dentro de
este nuevo modelo de gestión institucional supervisora tiene como base la
visión y las prioridades del centro escolar, no hay estrategias
predeterminadas, cada asesoría implica un diseño contextualizado y pertinente a
la naturaleza y al grado de desarrollo en que se encuentra cada centro escolar.
El asesoramiento se diseña a partir de diferentes elementos y procesos de
diversos campos del conocimiento, los cuales interactúan entre sí,
reconfigurándose siempre de forma distinta según el conflicto a resolver. Todo
este proceso está sujeto a un riguroso procedimiento de construcción, de
planeación, de seguimiento y de evaluación. Por eso como lo asegura Segovia
(2006, p. 194), el asesor tendrá que convertirse en un agente de cambio que se
caracteriza por ser paciente y constante, tolerante y respetuoso de los
procesos internos de cada escuela, para instalar la innovación al ritmo y a las
necesidades de cada una. Sin duda, el dilema está planteado: supervisor o asesor,
o las dos cosas.
A
manera de conclusión se sugiere que la actual gestión cotidiana del supervisor de
educación primaria contemple las siguientes actividades:
- Trabajar arduamente en tareas de administración, laborales y técnicas
pedagógicas; de información, comunicación y enlace; de supervisión, control,
seguimiento y evaluación, así como de apoyo, asistencia y acompañamiento a
las escuelas de la zona escolar de primaria.
- El supervisor debe convertirse en un mediador que facilite el trabajo del
colectivo docente y del director a través de la asesoría y acompañamiento;
descubriendo fortalezas y debilidades en las escuelas y contribuyendo a
encontrar soluciones a los problemas y necesidades por medio del apoyo
académico.
- Apoyar los procesos escolares para la mejora constante de la enseñanza
y el aprendizaje, cuidando el funcionamiento normal (puntualidad y
asistencia de maestros de acuerdo al calendario escolar), así como
vigilando que se propicien climas laborales óptimos para el trabajo docente
y para que se aplique el contenido curricular de manera planeada.
- Acompañar a los actores educativos en su labor, estando cerca de sus
prácticas, observarlas, dialogar e interactuar con ellos; al entrar en
contacto le permitirá saber sus necesidades didácticas y sus demandas
técnico pedagógicas, podrá evaluar de forma directa los procesos e-a y en
su caso proporcionar los insumos para la mejora.
- Involucrar a docentes y directivos en la elaboración y aplicación de
llámese planeación estratégica, propuesta innovadora, proyecto escolar o
plan de mejora, para responder a necesidades específicas del colectivo y
de las escuelas que en relación a las demás se encuentran en condiciones
desfavorables o presentan resultados deficientes en la prueba ENLACE u
otras evaluaciones.
- Asesorar académicamente a las escuelas de su área de influencia, aquí
es necesario que el supervisor analice crítica y reflexivamente el nuevo
Plan de Estudios de Educación Primaria, los enfoques de las asignaturas y
sobre todo conozca a fondo el contenido de los libros de texto y la
bibliografía de apoyo al docente.
- En base a estudios exploratorios detectar cuáles son las principales
fallas pedagógicas, administrativas y didácticas de los docentes,
posteriormente buscar apoyo en otras instancias (centro de maestros,
enlaces técnicos regionales, en la UPN y en otros más) para la
implementación de cursos, conferencias, diplomados, simposios u otros
estudios especializados que ayuden a capacitar y actualizar
profesionalmente a docentes y directivos (formación continua). Estas acciones también tienen como
propósito principal que comprendan y se apropien críticamente del Plan de
Estudios de Educación Primaria de la RIEB 2009, de que dominen el enfoque
para desarrollar competencias, además de que manejen adecuadamente los
enfoques teóricos y metodológicos de los materiales de apoyo a la
enseñanza.
- Un aspecto que no se debe descuidar es el trabajo en conjunto, por tal
motivo se debe impulsar y orientar la coordinación del trabajo colegiado
en las escuelas para: a) evaluar la situación educativa de cada plantel;
b) favorecer el intercambio de experiencias educativas y establecer
alianzas con padres de familia y otros miembros de la comunidad a favor de
la educación de los alumnos; c) además para administrar y dar un uso
adecuado a los recursos materiales, tecnológicos, financieros y
funcionales de los que disponen.
- Para impulsar la creatividad, la innovación educativa y brindar una
oportuna asistencia académica, es necesario mantener una constante
comunicación; los diálogos con directivos y con docentes permiten conocer
sus políticas, sus compromisos y metas educativas; para ello será
necesario realizar los tres tipos de visitas supervisoras (la de
acompañamiento, la de evaluación y las incidentales). Dentro de estás
actividad será necesario elaborar planeaciones estratégicas, pues en ellas
se deberá establecer el qué se va a hacer, el cuándo se va a hacer y el
cómo hacerlo; además se deben establecer las prioridades y criterios para
la visita considerando las circunstancias, el historial y cuidando de no
desamparar ciertas escuelas. Para
consolidar esta tarea, será importante elaborar un registro de las visitas
al aula y hacer un seguimiento a partir de las observaciones realizadas en
visitas anteriores y de criterios para analizar e identificar los aspectos
que se han mejorado, en los que no hay avance o acciones que representan
dificultad o problema. Como resultado de este ejercicio se debe dar
cuidadosas y meticulosas recomendaciones, sugiriendo estrategias,
materiales o instancias a las que pueden acudir para mejorar su enseñanza
o recibir apoyo para la atención de casos específicos.
- Como supervisor de una zona escolar de escuelas primarias se requiere
de una constante autoformación y capacitación para dar respuesta a las
necesidades de práctica directiva y docente, por lo tanto este agente debe
aprovechar las estrategias de actualización y profesionalización que las
autoridades educativas le ofrezcan.
- El supervisor debe ser cuidadoso y con actitud empática acercarse al
colectivo para invitarlos a inscribirse en los cursos, diplomados y otros
estudios que les ayuden a transformar sus prácticas profesionales. “El que se atreva a enseñar, que nunca
deje de aprender”.
BIBLIOGRAFIA
Antúnez, S. (1998). Claves para la organización de los centros
escolares. Barcelona: Ed. Horsori.
Antúnez, S. (2004). Organización y gestión escolar. México:
Secretaría de Educación Pública.
Ball, S. J. (1994). La micropolítica de la escuela.
Barcelona: Ed. Paidós.
Beltrán Llavador, F. (2000). Las instituciones en el cruce de caminos
en: Friggerio, Poggi y Giannoni (comps.) Políticas,
instituciones y actores en educación. Buenos Aires: Ed. Novedades
Educativas.
Blejmar, B. (2005). Gestionar es
hacer que las cosas sucedan. Buenos Aires: Noveduc.
Casassus, J. (2001). Problemas de la gestión educativa en América
Latina. UNESCO.
Elizondo Huerta, A., et al. ( 2001). La
nueva escuela, I. México: Ed. Paidós.
García Cabrero, B. y Zendejas Frutos,
L. (2008). Hacia un nuevo modelo de
supervisión escolar para las primarias mexicanas. México: SEP/INEE.
García González, C. (s/f).”Teorías de la administración”. Recuperado
de: http://www.carloshaya.net/recursoshumanos.
Loera, A. (2003). Planeación
estratégica y política educativa. México.
Pozner, P. (2002). El directivo como gestor de aprendizajes
escolares. Buenos Aires: Aiqué.
Ramírez, R. R. (1999, febrero). La
transformación de la organización y funcionamiento de las escuelas primarias:
una condición imprescindible para el mejoramiento de la calidad de la
educación. Ponencia presentada en el Encuentro
Nacional sobre la Transformación de la Gestión Escolar, Cancún, Quintana Roo.
Sammons, P., Hillman, J y
Mortimore, P. (1998). Características clave de las escuelas efectivas. México: SEP.
Santos Guerra, M. A. (1994). Entre bastidores, el lado oculto de la
organización escolar. Málaga: Ed.
Aljibe
Segovia, J. D. (2006,
septiembre). Asesoría educativa, modelos y procesos. Notas de la conferencia
ofrecida en el Centro de Maestros Hermilio Abreu Gómez, en la Ciudad de México.
Señoriño, Y. y Bonino S. (s/f).
Las instituciones educativas: la definición de la indefinición. Recuperado de: http://www.rieoei.org/deloslectores/332Senoriino.pdf.
SEP/PRONAP, (2005). Orientaciones para constituir y operar el
servicio de asesoría académica a la escuela. México: SEP.
Tapia, G. (2003). Para fortalecer el liderazgo directivo.
Módulo de apoyo. México: SEP/Programa Escuelas de Calidad.
Zorrilla Fierro, M. (2007). Propuesta de la investigadora en el marco de
la actividad: La supervisión escolar como ámbito de mejoramiento de la
educación. Recuperado de: http://www.correogto.com.mx/notas.asp?id=42039.